Es un arte marcial practicado antiguamente por los nobles japoneses, por su riqueza de conocimiento y dificultad.
Se pierde en la historia de la época o periodo de surgimiento del arte, ya que el Japón antiguo no ejercitaba la practica de la escritura, restringiendo el conocimiento pasado apenas entre los familiares de las aldeas. Se dice que su origen viene del arte de la espada, o Kenjutsu, cuando en las batallas no había otras soluciones para la defensa que no el concepto del Sukima (vacío). El Sukima representa un fundamento básico del Aikijujutsu, y simboliza hacer como que un adversario (inicialmente con una Katana) no consiga alcanzar su objetivo, apenas usando los conceptos de los cuatro elementos, agua, fuego, aire y tierra. A partir de este principio surgió el primer movimiento que hoy constituye el Aikijujutsu.
Arte muy antigua, basada en la armonía y en la utilización de la energía interior, conocida como Ki. El Ki es el principio que rige el universo del Aikijujutsu, focalizando los estudios en su conducción y direccionamiento. Bastante usada por los viejos y mujeres, por su riqueza y eficacia de la utilización de la no-fuerza; algunos la consideran como el arte de luchar sin luchar. Esta basada en la utilización de llaves, torsiones e inmovilizaciones, de forma que invalide al enemigo buscando la harmonía con el cuerpo.
El nombre del arte puede ser traducida al español de la siguiente forma:
Ai: harmonía, amor.
Ki: enegía, fuerza vital
Ju: flexibilidad
Jutsu: arte
El aikijujutsu desde la organización por Minamoto no Yoshimitsu, y hasta entonces, tuvo muchos caminos distintos, que resultan en diferentes estilos, como Daito Ryu Aiki Jujutsu, fundada por Sokaku Takeda, y también el Aiki Jujutsu estudiado en Kaze no Ryu, que se difiere de aquel en gran medida por la influencia de las artes de guerra en los pueblos antiguos, los Ainos, que originaron el pueblo Shizen.
La complejidad de su sistema la consagró como un arte de nobles costumbres. Su dificultad se encuentra exactamente en la armonía interior del practicante, no dejándose llevar por cualquier sentimiento o emoción que afectase a su técnica.
